¿Soja cultural o las plumas de Mangoré?
octubre 7, 2015 § 1 comentario
Hace ya algunos años se realizó en Paraguay -financiado con fondos públicos locales y externos (1)- un importante coloquio internacional sobre crítica de arte que -naturalmente- convocó a igualmente importantes críticos de arte. Pero, irónicamente, en aquel coloquio no intervinieron los críticos locales (salvo uno, que hizo de moderador o algo así, aunque ese rol cabría equipararlo a una participación kañy muy efectiva, por aquello del no tan tácito lugar de la enunciación)
Y no menos irónicamente -y ese podría ser aquí el punto o un punto al menos- uno de los críticos participantes (externo como todos los otros, según se dijo), con brutal sinceridad instó a los locales que colmaban la platea a abordar temas que interesaran al primer mundo (palabra más, palabra menos, eso lo dijo sin pestañear).
No cabría sin embargo –chauvinismo mediante- extremar la censura a la sinceridad de aquel crítico gringo. Primeramente porque no dijo nada «históricamente» nuevo, salvo por la crudeza de la enunciación (y ni aun: que se han dicho cosas más crudas y se han perpetrado «cocinadas» todavía más escandalosas; por decirlo así, apelando a la taxonomía propuesta por Levi-Strauss)
Y además porque en “eso que interesa al primer mundo” todavía podría quedar algún margen (hipotéticamente al menos) para la expresión de la alteridad local (¿tal fue el caso de Mangoré quien para seguirle el juego a la “demanda de exotismo” tuvo que usar inicialmente aquellas igualmente exóticas plumas?).
Decíamos: algún margen de maniobra quedaría siempre, aun olvidando momentáneamente que la tal alteridad local en gran medida no deja de ser una construcción exógena (según irónicamente refirió Gerardo Mosquera: “Cuando en el primer mundo hablan de alteridad, nosotros siempre somos el Otro…Pero porqué ellos no son el Otro?!…”)
Regresando al foro mentado: Cabría señalar que para esa fecha (y ya antes) la conminación del crítico externo era ya una práctica usual en otras áreas de actividad en el país: Arrasado el bosque atlántico local (¿patrimonial e identitario?) el Paraguay había re-definido su identidad económica en términos de constituirse en un importante productor de soja y otras commodities. Y sabemos que al respecto habría datos que nos inflarían de un muy nacionalista orgullo: que somos el cuarto productor mundial de soja; que para transportarla poseemos la tercera mayor flota fluvial de barcazas del mundo; bla, bla, etc. (una orgullosa hinchazón no muy distinta a la del sapo ante el toro en aquella conocida fábula de Esopo, y cuyas consecuencias negativas a futuro tampoco distarían mucho de la suerte corrida por el fabuloso batracio)
Porque no podríamos dejar de saber que en gran medida somos convidados de piedra, o poco menos, a ese banquete. Que en realidad esa identidad vino definida desde afuera (desde arriba).Porque no podríamos no saber, en suma, que el negocio no es con nosotros (no al menos como colectividad estadísticamente considerada- y sobre todo impositivamente considerada-) Salvo en lo que respecta a prestar el nombre y enajenar el lote
–por ponerlo así- para que otros hagan su agosto todos los meses, todos los años (o hasta que con los años se acabe esa fiesta preferentemente ajena –y claro está: omitidas las migas que siempre caen en estos casos y de las que algunos pocos se apropian más que otros muchos)
De nuevo de vuelta al coloquio: Participaron también artistas. Y algunos más noveles y entusiastas de entre éstos tomaron nota de la conminación del crítico gringo (otros ya lo habían hecho, y otros -más viejos y/o astutos- lo venían haciendo desde hacía años)
De modo que tampoco hubo novedad en aquella oportunidad; a modo de nietzscheano Eterno Retorno (dado que en lo económico aquello ya sucedió con la yerba mate, el tanino, las naranjas, la madera, etc.; -¿seguirán la soja y el maíz?-), en lo cultural y mediada alguna ayudita de Internet y/o de alguna cita astuta cuan gratuita a Foucault o a Derrida, la observancia de la citada conminación del coloquio produjo alguna que otra versión preformateada de lo que desde entonces –predominantemente- se ha vendido (o mejor: se ha “triangulado”) como identidad artística local “purete».
Obviamente aquella re-exportación/triangulación no nos posicionó como cuarto productor cultural en el ranking mundial; pero al menos esa paralela y figurada «soja cultural» consiguió instalar como paradigma en el campo artístico (como con el sapo de Esopo o la fantasía mencionada de poseer la tercera mayor flota mundial de barcazas que en realidad no la poseemos) la posibilidad de poder “inflarnos” ante la factibilidad de alguna muestra en Frankfurt o en Barcelona; misma que podríamos anexar a nuestro palmarés de artistas “identitariamente comprometidos”, al margen de la demanda interna real de nuestro mercado cultural, o (mas modestamente) al margen de lo que como simples ciudadanos culturales de a pié, tuviésemos o quisiésemos decir.
Porque de eso se trataría el no poco paradójico juego propuesto por esta reciente (o no tanto) postulación de la dependencia cultural: cuanto más hinchado (curatorialmente transgénico) resulte el “sapo-soja” , más posibilidades tendrá de ser “tragado” (vendido) externamente como epítome de la identidad local.
En fin…nada nuevo.
Salvo –quizás- la escala, los interlocutores y los lugares donde se juega ese secular y cíclico juego, en el que los jugadores locales, esos Buenos Salvajes de hoy (por cierto, salvajes alla Wild) reiteran exotismos, ahora re-formateados por la lengua franca de la Net y la “corrección política” del tácito mandato de la mencionada identidad tutelada.
Porque no ha habido re-edición o al menos re-visitación (ya que re-elaboración sería mucho pedir!) de Sueño en la Floresta o de Danza Paraguaya o de La Catedral…De la música de Mangoré nandí verá…Solo se repitieron sus plumas____
LZ, V/ MMX.
[1] “Las imágenes del concepto. Seminario Espacio/Crítica. Auspiciado por la Fundación Prince Claus. 7-9 de Mayo 2008. Congreso Nacional de Asunción” (sic).
Nótese (dato no menor) el título del Simposio: son las imágenes (producto elaborado por los productores culturales primarios, los artistas) las que deben ilustrar (estar en función de…) los conceptos (curatoriales); y no al revés…¿Cualquier similitud con las relaciones asimétricas (de explotación simbólica) que hoy se establecen entre intermediarios-supermercadistas-cuRRadores, y productores primarios (artistas) es pura coincidencia?
el Prince Claus me suena que nuestro artelocal es un cuento de hadas pero (ultra)invertido- el beso convierte a la princesa en sapo!